jueves, 11 de octubre de 2018

Un superhéroe en zapatillas

Cuando acabó, el corazón parecía que se le iba a salir del pecho. Los músculos doloridos de dar mamporros a diestro y siniestro. Miró alrededor y lo que vio, pese a lo impactante de la escena, no pareció impresionarle mucho. Todo estaba destrozado, y había varios cuerpos alrededor algo más que perjudicados. Se echó mano a la mandíbula, parecía que uno de esos desgraciados le había roto alguna muela. Al mirarse los puños estaban llenos de sangre. Recuperó el aliento y decidió que ya era hora de volver a casa. Esa noche su lucha contra el crimen había concluido. Salió del local con cierta premura, seguro que la policía estaba a punto de hacer acto de presencia. Llegarían tarde, como siempre. Él ya les había hecho el trabajo sucio.

Iba por calles poco transitadas, buscando el abrigo de las sombras para no ser visto hasta que llegó a su guarida, un pisito de protección oficial en las afueras. Se dejó caer sobre el sofá exhausto. Mientras tomaba una cerveza se miraba el traje, no le cabía más restos de sangre y suciedad. Suspiró y se levantó encaminándose lentamente hacia la ducha. Tras quince minutos de reparadora ducha salió despacio, recogió la ropa tirada en el suelo y fue a la cocina. Examinó las manchas del traje, sabía que aquello le iba a costar quitarlo. Aplicó el detergente sobre la mancha y lo metió en la lavadora. Si había algo que siempre odiaba de aquel trabajo era precisamente el después. No ganaba para trajes. Llevaba ya tres en lo que iba de año y la subvención de superhéroe del ministerio todavía no había llegado. Se rió de su propio chiste. Ojalá le diesen una subvención. En cualquier caso tendría que cuidar un poco más el uniforme. A ver cómo le decía a los malos que tuviesen cuidado, que no se lo manchasen. No era serio. En fin, pensó que mejor iba a dedicar su esfuerzo inmediato, aunque le doliese todo, a prepararse una buena cena. Tenía que amortizar las clases de cocina de los martes y jueves. Y mañana se dedicaría a limpiar la casa como hacia todas las semanas, porque la lucha contra el crimen no estaba reñida con tener una casa decente.